lunes, 8 de abril de 2013

La felicidad está en el equilibrio





Hoy comparto con vosotros este hermoso texto sacado del libro "la felicidad de Alicia", del diálogo entre una anciana y su nieta acerca de la felicidad.

“- Mira Alicia, la vida está hecha de toda clase de momentos: habrá momentos que te harán sentir feliz y los habrá que te harán sufrir. Este mundo te los proporciona sin que tú tengas que hacer nada. Así que, ante todo, para empezar, todos aquellos en lo que nosotros buscamos o provocamos el sufrimiento hay que erradicarlos de inmediato.

Luego están los que vienen por sí solos, ¿a que sí? Mira, ya al nacer sufrimos ¿verdad? Bueno es ley de vida y lo superamos…casi siempre, aunque dejen huella.
Son inevitables, que sé yo, cosas del destino, de la fatalidad si quieres, que te atropelle un coche o que se te queme el negocio, ¿me entiendes? Así que si son inevitables es que no podemos hacer nada por evitarlos.

Entonces no te preocupes por ellos, no gastes ni un céntimo de tu caudal de vida en ellos. Cuando vengan, si vienen, ya les harás frente. Estarás preparada, seguro.

- Pero yo te estoy hablando de otras cosas también. Por ejemplo, ¿me quedo con mi trabajo o me voy a la imprenta? ¿Cómo puedo saber cuál es la mejor elección? ¿Y si me equivoco?

- En primer lugar, no sirve de nada que pienses que te vas a equivocar, no es útil; lo que si es útil es que te plantees qué deseas realmente. En segundo lugar, cuando tengas que tomar una decisión procura hacerlo desde el equilibrio, y esto quiere decir que no te dejes llevar por tus miedos, por el odio ni aún por las falsas expectativas -¡ oh, si hago esto seré feliz!- piensa sólo en lo que más te conviene. Y si con todo, te equivocas, ¡ vuelve a empezar! ¡Vuelve a tu yo auténtico!

- Pero eso no es fácil, abuela

- Es tan fácil como ser feliz…

- ¿Lo ves? ¡Tú también utilizas esa palabra!

- … cuando sabes dónde está la felicidad

- ¿Y dónde está?

- ¿Para mí?

- ¿Para ti, para mí, para todos…

- No no, yo no puedo hablar por todos. Para mí la felicidad está en el equilibrio. Cuando vives en paz contigo mismo y con el mundo, entonces estás abierto a percibir la felicidad, a encontrarla en cualquier parte. Pero son sensaciones que sólo duran unos instantes, imagina que corres unas cortinas para que entre la luz y te encuentras con un paisaje magnífico, que aquel día el sol y las nubes dibujan unas sombras tan especiales que quedas encantada; claro, pronto te acostumbras a aquella imagen y deja de sorprenderte, ¡pero no debes dejar escapar aquel momento!
-  Pero, ¿qué es el equilibrio?

- Me lo pones difícil hija, ¿Cómo describirías tú la ausencia de angustia, por ejemplo? ¿Cómo sería vivir sin pena ni dolor, sin odio ni rencor? Imagina que decides amarte y aceptarte tal como eres, que estás convencida de que hoy y mañana y el día siguiente harás lo que tengas que hacer, estés donde estés, para estar tranquila contigo misma, en paz con el mundo, y que pase lo que pase, aunque sea lo peor, reaccionarás según tu conciencia, porque de ella has apartado la ira, el odio, la envidia, la soberbia, la codicia… Imagina que no esperas nada y que estás abierta a todo. Imagina que no tienes miedo a la muerte, porque sabes que sólo es el fin de tus vacaciones en este mundo y que, más allá, te encontrarás a ti. Imagina que tienes todas las posibilidades de vivir la vida que quieres vivir en el momento que descubras cuál es, y que esa vida será plenamente satisfactoria…

- Escucho tus palabras abuela, y las entiendo, de verdad, pero si ahora mismo me propusiera alcanzar ese equilibrio no sabría cómo empezar.

- Mira, en la imprenta teníamos un corrector tipográfico, Fernando se llama, se dedica ahora a escribir. Había vivido en un circo y aprendió el oficio de funámbulo, esa gente que anda sobre las cuerdas; lo curioso es que él decía que el equilibrio no consistía en estarse quieto, que eso es imposible cuando estás encima de una cuerda a diez metros de altura. Él aprendió con una línea recta dibujada en el suelo con tiza; tenía que pisarla y recorrerla, sin salirse y caer.
Empieza así poco a poco, despójate de todo lo que te resulte incómodo, las urgencias, las prisas, los miedos, todo eso que te impide andar en la dirección elegida y al paso que te has marcado. Trázate una línea imaginaria y decide no salirte de ella, pase lo que pase; no tomes decisiones movida por el odio, deseo de venganza, ni lo hagas por temor. Claro que te encontrarás con momentos difíciles y estarás a punto de caer, porque alguien te la jugará y te sentirás tentada a soltar tu rabia, porque soplará un viento que no te será propicio o, simplemente, porque te cansarás, muévete entonces, conserva el equilibrio y esquiva esos sentimientos. Hazlo al principio pegada al suelo, sin riesgos, si quieres. Y tómate tu tiempo, no admitas prisas ni presiones, asegúrate de que nada que no sea un pensamiento justo influye en tu decisión.”

La felicidad de Alicia- Juan Salvador Vergés


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