jueves, 28 de febrero de 2013

Be happy


Este es uno de mi vídeos favoritos, de una forma sencilla nos recuerda pequeñas cosas que nos ayudan a ser un poquito más felices y es que a veces se nos olvidan cosas tan simples como que SOMOS LOS PROTAGONISTAS DE NUESTRA VIDA y eso ya es mucho. 
Disfrutalo y ya sabes....BE HAPPY!

martes, 26 de febrero de 2013

Sé café

Hoy voy a compartir con vosotros esta bonita historia- reflexión sobre cómo reaccionamos ante lo que nos sucede.


Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?". "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?". Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua siendo fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua siendo frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?. ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"

viernes, 22 de febrero de 2013

La importancia de los valores


Hoy voy a compartir el artículo que ha escrito la persona que a mí me enseñó la importancia de tener en cuenta los valores propios y ajenos (entre otras muchas cosas).

Conocer los valores, también en las terapias y sesiones de coaching como ella comenta, es necesario, porque una discordancia de valores lleva en muchos casos al conflicto. La toma de conciencia sobre ellos nos hará estar más atentos a nuestro entorno social y además entendernos mejor a nosotros mismos.


El secreto para vivir en armonía: tener en cuenta los valores de los demás

Los valores son creencias globales con las que nos sentimos fuertemente identificados y que nos permiten relacionarnos con el mundo, pensando y sintiendo que actuamos de forma adecuada (o inadecuada, depende del caso).
Si se detuviera cinco segundos a pensar en sus valores principales, ¿qué palabras acudirían a su mente? En algunos casos es la libertad, en otros el respeto, también he escuchado en ocasiones la amabilidad. Recuerde el primer valor que ha pensado, probablemente es con el que más identificado se sienta, que se trate de uno de los valores que están presentes en varias de sus decisiones más importantes ¿Qué significado tiene para usted ese valor? Y, ¿cree que para su vecino, su compañero de trabajo, su jefe o su compañero de vida tiene exactamente el mismo significado? Muy probablemente no, al igual que cada ser humano es diferente y único, también lo son su sistema de valores.
¿Cómo podemos relacionarnos como sociedad si no compartimos unos valores fundamentales? Ahí estriba uno de los grandes desafíos en el desarrollo de la ciudadanía, lo que para uno es libertad, es muy probable que para otro no lo sea y que su música alta a ciertas horas, para uno sea inadecuada, mientras que para el otro es una expresión de su derecho a elegir cómo disfrutar de su casa.
Complementar valores
Es un efecto que observo como psicóloga y coach en muchos de los equipos con los que trabajo en diferentes empresas. Recuerdo el caso de dos miembros de un equipo que trabajaban evaluando la calidad de los procesos de otros equipos dentro de una empresa de seguros. Cuando llegamos a la parte en la que exploramos los valores, ambos nombraron el “compañerismo”, sin embargo el significado que cada uno le atribuía era muy distinto. En el primer caso, para ella el compañerismo era prestar ayuda cuando notara que otro compañero lo necesitara. En el segundo caso, para él significaba dejar el espacio necesario para poder trabajar bien, sin interrumpir constantemente ante cualquier inconveniente que el otro pudiera encontrarse
Ambos trabajaban juntos y ambos tenían percepciones muy distintas ante un valor esencial en el trabajo, ser un buen compañero. Como puede imaginarse, la relación entre ellos no era del todo fluida, sobre todo en situaciones de crisis donde el tiempo apremia. En casos como este son frecuentes los reportes de incomodidad, frustración o incluso ansiedad que pueden llegar a influir en la concentración y el rendimiento final.
¿Qué podemos hacer en estos casos? ¿Cómo podemos contribuir al buen funcionamiento de estas personas? Una posible vía de trabajo es una reunión en la que cada uno exponga su visión de las cualidades que componen a un “buen compañero”, de esta forma permitimos que se abra un espacio de comunicación claro en el que conocer las opiniones del otro sin necesidad de juzgarlas. Una vez lo conocemos podemos preguntarnos si existe algo de lo que el otro ha dicho que compartamos, algo que consideremos que puede favorecer la relación.
La armonía social
El ser humano tiene cierta tendencia a buscar la falta, la deficiencia. Nos cuesta buscar y reconocer lo que nos aporta un valor del otro, en ocasiones simplemente porque lo damos por descontado. Darnos cuenta de lo que un compañero nos aporta, de sus fortalezas, nos permite tener una visión más optimista, global y realista
Valorar lo que el otro nos aporta, abrir nuestra mente a lo bueno que el otro tiene, es una llave que abre el potencial de los equipos para colaborar y cooperar en un entorno donde la competencia es el pan de cada día. Con todo ello, ¿ambos comparten el mismo valor universal de compañerismo? En absoluto, cada uno dispone de su definición y es tan buena como la del otro pero sólo será efectiva cuando sea en cierta medida consensuada.
No vivimos aislados, sin embargo los valores que manejamos son individuales y subjetivos, por tanto para poder convivir con cierta armonía necesitamos conocer, comprender y adaptarnos en parte a los valores que expresan los demás.
Tras muchos años trabajando valores con personas tremendamente diferentes y tras muchos estudios de sociólogos, psicólogos, antropólogos, etc. que he leído, creo (por supuesto es una creencia no una afirmación categórica) que los valores universales no existen, que cada individuo forja su valores con su educación, y que su buen funcionamiento dependerá de la armonía entre la flexibilidad, para aceptar las aportaciones de los demás, y la confianza de mantener lo que para él o ella es fundamental.

Dafne Cataluña- El Confidencial


miércoles, 20 de febrero de 2013

El elefante encadenado

Hoy quiero compartir con vosotros un cuento de mi autor favorito Jorge Bucay, se titula "El elefante encadenado". ¿Cuántas veces actúamos así? ¿Qué reflexión sacas tú?

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
–Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad... condicionados por el recuerdo de «no puedo»...
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón...

JORGE BUCAY

domingo, 17 de febrero de 2013

Indefensión aprendida




INDEFENSIÓN APRENDIDA

Desde hace ya tiempo al ver la situación actual me viene esta teoría a la cabeza. Para los no psicólogos, esta teoría fue estudiada por Martin Seligman (hoy gurú de la psicología positiva, pero sí, comenzó estudiando cosas tan tétricas) mediante estudios con animales a los que aplicaba descargas de las cuales no podían escapar. Tiempo más tarde observó cómo cuando se dejaban de aplicar estas descargas, los animales seguían actuando como si realmente no pudieran escapar, mostrando gran pasividad y dificultad para nuevos aprendizajes.
¿Y qué tiene que ver esto con nosotros diréis?
Yo cada día que pongo el televisor, cada vez que oigo hablar a la gente parada sobre la búsqueda de empleo me inunda esta sensación. Parece como si nosotros también ante las circunstancias actuales actuamos de la misma forma. No hago nada porque total…que puedo hacer yo, yo no tengo el control de las circunstancias.
En algunos aspectos esto es cierto, pero en otros quizá se trata más de una mera excusa para la inacción que una realidad. Como veo que total si busco trabajo puede que fracase, porque conozco a tanta gente de mi entorno que está igual, porque llevo seis meses buscando y no hay manera… Entonces concluyo “yo no puedo hacer nada”; y esta actitud nos paraliza.
Cuando te inunde esta sensación piensa ¿en qué medida soy yo responsable de ésto? ¿Qué está en mis manos hacer para solucionarlo? Siempre hay soluciones nuevas que no he probado o distintas maneras de formular el problema para que pase de un problema irresoluble a uno soluble.
En este caso obviamente hablo de problemas resolubles, que sin duda hay otros que como comentaba en el post anterior no lo son y en tal caso sólo nos queda la aceptación.
No nos sintamos víctimas de las circunstancias, porque siempre hay algo que podemos hacer y mil formas de enfocar un mismo problema.

miércoles, 13 de febrero de 2013


No sabía como comenzar esto y como nueva filosofía de vida he pensado que… por qué no... por lo que pasa en mí “aquí y ahora”. Algo personal pero no íntimo, algo que me pasa a mí ahora pero que seguro que a mucha gente le ha pasado alguna vez o le pasará.

Todos nos ponemos metas, algunas las conseguimos y otras no, algunas las abandonamos porque surge otra cosa mejor en el camino o porque dejan de motivarnos. 
Hoy voy a hablar de las que no conseguimos, de aquellas que en algún momento decidimos emprender  con gran esfuerzo porque pensamos que merece la pena (un trabajo, una pareja, un proyecto). A veces ingenuamente pensamos que si hacemos todo lo que podemos eso nos garantizará un resultado, desgraciadamente no siempre es así. A veces un gran esfuerzo no garantiza un resultado.

Sin embargo…¿cómo saber cuando abandonar un objetivo? No es tarea fácil, intentarlo una vez más o aceptar libremente que quizá eso, no está hecho para nosotros. Esta toma de conciencia puede afectar a nuestro estado de ánimo, pero al final como todo depende de la actitud.

Sin duda ya no somos los mismos que emprendimos el proceso, cuando decidimos ponernos manos a la obra ¿qué nos llevó a tomar esa decisión? ¿Sigue siendo eso importante para mí ahora?
Ese gran esfuerzo que conlleva poner en marcha mi objetivo, con todo el desgaste que se va dando en mí por el camino ¿se verá recompensado en caso de llegar a conseguirlo?
¿Cómo enfrentarme al fracaso  o a la pérdida en caso de decidir renunciar?

Es por tanto necesario pararse a reflexionar sobre nuestras motivaciones, nuestros sentimientos y nuestras alternativas, pero al final se tome el camino que se tome, no hay que olvidar todo lo que esa experiencia nos ha brindado. Como decía antes ya no somos los mismos, somos mucho más sabios y aunque eso no nos dé la satisfacción de conseguir nuestro objetivo no debe ser olvidado.

Todas esas preguntas  y reflexiones pasan por mi cabeza a día de hoy pero quería compartirlas con vosotros para haceros pensar y con ello, como no, para ayudarme a pensar a mí también.