viernes, 31 de mayo de 2013

Enfréntate a tus miedos





Enfrentarse o salir huyendo. ¿Cuantas veces nos lo hemos preguntado?


Lo más fácil es salir corriendo, pero no nos paramos a pensar las consecuencias que puede tener la evitación.


Cuando un miedo comienza a formarse es todavía algo manejable. Si lo vamos alimentando con la evitación pasa a ser una enorme fiera que no hay por dónde cogerla. Así se generan las fobias o miedos irracionales.


Ante eso se suele pensar o decir “pero si sé que es absurdo tener miedo a esto, pero no puedo evitarlo”. ¿Por qué pasa esto?


Cuando empezamos a evitar enfrentarnos a algo estamos enseñando a nuestra mente a temerlo. Es como si empezáramos a poner una alarma naranja sobre el objeto o situación fruto de nuestro temor que va haciendo más ruido con cada evitación. “¡Evítalo porque es peligroso! ¡Huye!”


 El miedo es una emoción que a lo largo de la historia de nuestra especie ha cumplido una función adaptativa enorme, por lo que es una emoción muy potente. Aquellos  que no temían al león, corrían un gran riesgo de ser devorados.


Los tiempos han cambiado, seguimos expuestos a muchos peligros pero no siempre el miedo que sentimos es un miedo real, si no que a veces es fruto de la mente por esta evitación continua.


La próxima vez que sientas un miedo atroz ante algo que pienses racionalmente que no es peligroso o que normalmente la gente no teme, piensa que quizá es una falsa alarma.
Intenta poco a poco enfrentarte a él. Cada día un poquito más. Al principio será muy desagradable porque el miedo no se elimina de un día a otro, pero si persistes, irá perdiendo intensidad y un día te darás cuenta que efectivamente aquello que llevas temiendo durante mucho tiempo, no tiene ningún peligro. 


¡Enfréntate a tus miedos!



Elena de Miguel Aldea
Psicóloga y coach en positiva-mente
www.positiva-mente.es

jueves, 23 de mayo de 2013

El arte de la paciencia para conseguir tus objetivos




No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. 


También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, maldita seas!"... 


Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. 


Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Tardó solo seis semanas crecer?.
No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. 


Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Cuento Zen.


La paciencia es un difícil arte, queremos resultados ¡ya! en el momento. Si emprendemos esfuerzo y no los vemos, en muchos casos nos damos por vencidos. ¿No hemos conseguido nada con tanto esfuerzo?
A veces hay que pararse a pensar:
1. ¿Estamos planteando bien nuestro objetivo?
2. ¿Estamos poniendo todo de nuestra parte para lograrlo?
3. ¿Las estrategias que estamos usando son las adecuadas?
4. ¿Somos capaces de reconocer nuestros progresos?
5. ¿Es necesario más tiempo para ver resultados?
6. ¿Ese objetivo que nos planteamos un día sigue vigente o hay que modificarlo?

Estas son sólo algunas preguntas que son posibles pero cada uno puede hacer las suyas,  antes de rendirse es importante hacer un análisis exhaustivo para detectar cambios posibles y alternativas o si definitivamente ese ya no es nuestro objetivo aprender para la vez siguiente. Pero sobretodo, tener paciencia porque quizá las raíces como en el bambú están formadas y sólo necesitan tiempo para asomar a la superficie.

¡No te rindas antes de tiempo!



lunes, 20 de mayo de 2013

Música para alegrar los sentidos



“La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”  Platón

Conocido es que la música, independientemente del tipo o género que sea, es capaz de producir una serie de cambios en nuestro estado de ánimo, ya sea en sentido negativo o positivo.

Precisamente por estos motivos, nació la denominada musicoterapia , una terapia a partir de la cual se usa la música como tratamiento para diferentes problemas de salud, especialmente aquellos relacionados con la salud mental y emocional.

Hoy quiero exponer algunos de los beneficios demostrados de la música:
  • Ayuda a relajar el cuerpo y calmar la mente.
  • Es útil para mejorar casos de depresión, ansiedad y estrés.
  • Nos ayuda a ser más optimistas ya que eleva el estado de ánimo.
  • Reduce el dolor ya que libera endorfinas
  • Estimula el cerebro. La música calmada permite aumentar la concentración y aumentar la creatividad
Con todo esto quién puede resistirse a escuchar música. Seguro que todos tenemos unas canciones que ponemos para motivarnos y sentirnos mejor. Aquí os dejo una lista con las 10 canciones que a mí me generan alegría y optimismo.

¿Cuáles son las canciones que te ayudan a sentirte mejor a ti?



I gotta feeling- Black eyed peas














Don’t worry be happy- Bob Marley
 


 












 



I will survive- Gloria Gaynor















Jump- Van Halen













Color esperanza- Diego torres














La respuesta no es la huída- Maldita Nerea














BSO Carros de fuego














Salta- Tequila














Walkin’ On Sunshine- Katrina














Tubthumping- Chumbawamba


  












¡Ahora te toca a ti recomendarnos!

martes, 14 de mayo de 2013

Un mensaje de esperanza: Las ranitas en la nata



Cada día por distintas cuestiones en nuestro camino se cruzan decisiones, problemas, proyectos que no sabemos como sacar adelante.
Hay momentos duros en que pensamos en renunciar, salir corriendo, resignarnos a un futuro un tanto incierto.

Sin embargo hay otras personas que deciden luchar hasta el final, porque saben que aunque duro el esfuerzo merece la pena. Es un dolor necesario. Enfrentarnos a la vida de una u otra manera depende de una actitud, elegir luchar hasta el final o rendirnos, depende de nosotros.

Hay cosas en la vida que son inevitables, eso no se puede cambiar pero si elegimos luchar hasta el final, pase lo que pase, quizá al final logremos un milagro que creíamos que no era posible.

Por eso, por toda la gente que hoy se encuentre hasta el cuello llenos de problemas y no ven el sentido a seguir intentándolo, les quiero dedicar este cuento de Jorge Bucay, como mensaje de esperanza y de lucha.

Había una vez dos ranas que cayeron en  un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: - “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: - “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.

Seamos como la rana pataleemos, seamos cabezotas para bien porque el día menos pensado los problemas, así como la nata se transformaran y nosotros con ellos habremos crecido como personas.

jueves, 9 de mayo de 2013

Desconecta para conectar





Siguiendo un poco en la línea del vivir el aquí y ahora nos encontramos actualmente con situaciones como las que muestra este anuncio.

Vamos por la calle o en el metro o en una cafetería y vemos a gente rodeada de otra gente con la que no hablan, no apartan la vista de la pantalla del móvil, del ipad, del portátil y todo como bien muestra el anuncio, desaparece.

Las nuevas tecnologías son un gran avance para acercarnos a aquellos que están lejos, pero cuidado con que esto no se convierta en todo lo contrario, el alejamiento de aquellos que tenemos cerca.

Si hiciéramos la cuenta de las horas que pasamos mirando a una pantalla seguramente serían más de las que dedicamos a las relaciones sociales directas y no olvidemos que somos seres sociales, la pantalla nunca podrá cubrir esta importante necesidad humana.

Así que ya sabes organízate y dedica tiempo a las nuevas tecnologías pero permítete también apagar todas las pantallas de vez en cuando y observar el mundo que hay más allá de ellas.

ElenaDMA
www.positiva-mente.es

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Cuánto tiempo dedicas al ahora?




Si pensamos en el tiempo que gastamos al día pensando en el pasado o en el futuro pronto caeremos en la cuenta de que muchas veces es más del que dedicamos a pensar y vivir en el presente.
Sin embargo solo podemos vivir nuestra vida en el presente y eso a veces se nos olvida.
Aquellos aspectos que no hemos resuelto del pasado nos persiguen en el presente. En Gestalt se denominan asuntos inconclusos y según Perls son los causantes de las neurosis.
Dedicamos tiempo a pensar como podría haber sido nuestra vida si hubiéramos hecho tal o cual cosa, como sería si algo no hubiera pasado o arrastrando algo que no sabemos o no queremos resolver.
De manera que si no vamos cerrando todos los ciclos pendientes de nuestra vida cada vez la energía que tenemos para vivir en el presente va disminuyendo más y más.

De la misma forma si pasamos parte de nuestro día a día con preocupaciones sobre el futuro sobre aquello que podría pasar, pero es algo bastante incierto. Yo siempre suelo aplicar la frase “cuando lleguemos a ese río, ya cruzaremos ese puente” porque normalmente todas las anticipaciones que realizamos, todas las preocupaciones sirven de bien poco a la hora de enfrentarnos al problema real que poco tiene que ver con el imaginado. De manera que de nuevo, energía mermada para nuestro presente.

¿Qué hacer entonces para ocuparnos del ahora? Y fíjate bien que digo “ocuparnos” y no preocuparnos, ahí está la diferencia.
Si nos ocupamos resolveremos cuestiones, nos enfrentaremos a la vida, la viviremos. Si nos preocupamos nunca pasaremos a la acción, pensaremos, elucubraremos sobre lo que podríamos hacer pero quedará en eso, en buena intenciones.

Cuando tengas esta sensación plantéate ¿Cuánto tiempo estoy dedicando a ocuparme y cuánto a preocuparme? Suele decirse que lo útil es dedicar un 80% de nuestro tiempo a poner en acción un plan y un 20% a planearlo. Normalmente la estadística más corriente si es que llegamos a hacer algo suele ser la contraria.

Pero ya no sólo hablemos de problemas a resolver.
Si nos pasamos el día dando vueltas al pasado o al futuro eso nos impedirá disfrutar de todas las experiencias diarias. Pasamos de puntillas por la vida. Sin saborear el café, sin prestar atención al aroma de la primavera, sin oír cantar los pájaros, ni a los niños reírse… todas esas cosas pasan inadvertidas porque vamos ensimismados.

Así que, mi consejo, que hagas una lista donde apuntes los asuntos de los que debes “ocuparte”. Busca un espacio de tiempo al día para pensar en cómo resolver los que se puedan resolver y a aceptar aquellos que no tengan solución. El resto de tiempo intenta prestar atención a lo cotidiano a todo aquello que pasa desde que abrimos los ojos por la mañana hasta que los cerramos por la noche.