jueves, 31 de julio de 2014

LA FELICIDAD NO EXISTE



Si te pregunto cuál es la definición de felicidad, ¿sabrías decirme?

Según la RAE Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien”.
Pues menuda desilusión, tanto tiempo buscándola y resulta ¿qué esto es la felicidad? Parece que de tanto usarlo el concepto de FELICIDAD, sí de felicidad con letras mayúsculas, está demasiado desgastado. Se habla de felicidad por todas partes. Felicidad que se alcanza con dinero, felicidad que no se alcanza con dinero, salud como requisito para ser feliz, amor como herramienta para lograr la felicidad… Y podría seguir porque hay tantos tópicos que suponen la felicidad que podríamos estar eternamente discutiendo sobre las cosas que supuestamente nos permiten ser feliz y no nos pondríamos de acuerdo.




Tanto hablar de ella se ha convertido en un concepto vacío, del que todo el mundo habla, todo el mundo pretende alcanzar pero pocos se han planteado realmente “¿que implica ser feliz para mi?”

Esta manera de ligar la felicidad a la ausencia de sufrimiento, a que todo esté bien, inalterable o a una euforia constante nos frustra enormemente porque la aleja de nuestro alcance, es casi imposible permanecer en este estado mucho tiempo, suponiendo que sea posible llegar. Porque el sufrimiento es inherente a la vida, porque no somos rocas y las cosas nos afectan y nos emocionan y porque si constantemente estuviéramos en este estado de euforia probablemente moriríamos de un infarto.

Sin embargo seguimos aspirando constantemente a ello y esto produce dos evidentes problemas: si uno tiene algo en su vida que considera que anda mal se obsesiona con aquello que anda mal, “si esto no estuviera en mi vida, sería feliz”. Si uno esta bien y aparentemente no tiene ningún problema se frustra queriendo acceder a ese concepto de felicidad más bien difuso e inalcanzable “¿por qué no soy feliz cuando debería serlo?”.

Hoy quiero proponer una felicidad, así, con letras minúsculas, pero no menos importante. La que viene ligada a pasar momentos con gente que queremos, a encontrar un sitio libre para aparcar en un sitio donde es muy complicado hacerlo, la del reconocimiento por un trabajo bien hecho, la de la comedia que te hace reír sin parar, la de escuchar la canción que te gusta cuando pones la radio, la de conseguir algo que anhelas... Una felicidad que no es todo o nada, si no que suma o resta, hay días que seré un poco más feliz y otros un poco menos, pero desde luego no pasaré de feliz a infeliz en un instante.

Quizá no sea adecuada llamarla felicidad y tendríamos que llamarla de otra forma, esto nos ahorraría problemas. Quizá cada uno podríamos ponerle un nombre, porque para cada uno lo que nos hace disfrutar, lo que da sentido a nuestra vida es distinto. ¿Por qué entonces pretendemos que para todos sea igual? ¿Qué pasaría si aceptamos que el concepto que nos han enseñado de FELICIDAD no existe? Que existen momentos  de alegría, que existen proyectos que nos ilusionan, que existen actividades en las que el tiempo se  olvida, que existen personas que nos hacen sonreír y todo esto es maravilloso, porque ya está en nuestra vida hoy, no es necesario buscarlo sin cesar, puedes ampliarlo, puedes dedicarle más tiempo pero en mayor o menor medida ya está presente en nuestra vida.


Te propongo que crees tu nuevo concepto, no pretendas que sea igual que el del vecino, ni que el que dan en los anuncios de perfume, que tengas claro lo que te hace sentir bien en tu vida ya hoy y cómo esto podría estar todavía más presente en tu vida mañana, quizá así sin darle demasiadas vueltas un día encuentres “TU FELICIDAD” o como la quieras llamar.



Elena de Miguel

Psicóloga y coach

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