viernes, 23 de mayo de 2014

¿Es lo mismo el dolor que el sufrimiento?




A veces usamos estas dos palabras de manera indistinta “siento un gran dolor, siento un gran sufrimiento”.
 
 
 
Si extraemos el primer significado que aparece en el diccionario de “dolor” se refiere a la sensación molesta y desagradable que se siente en una parte del cuerpo a causa de una herida o enfermedad. Como segundo significado lo relaciona con la tristeza o la pena por algún hecho concreto.
 
 
Cuando buscamos en el diccionario “sufrimiento” nos habla del dolor físico o psíquico que experimenta una persona; en este caso como segunda acepción  nos habla de la paciencia con que alguien soporta una desgracia.
 
 
 
¿Qué conclusión podemos sacar? ¿Implica siempre el dolor, sufrimiento?
 
 
Hablamos del sufrimiento más como la elaboración mental del dolor. El sufrimiento puede surgir a partir del dolor, siendo el dolor un dato real del mundo. El sufrimiento es sin embargo una interpretación.
 
 
 
Aquí nos habla de sufrimiento como paciencia. Podríamos hablar de la paciencia, de quien espera a que el dolor acabe, quizá con resignación ¿qué margen de maniobra nos deja esto? Más bien, poco. Os propondré otro término que me gusta más, el de esperanza. Si hablamos de esperanza, hablamos de una espera en que confiamos que ocurra aquello que queremos, que algo que ahora podríamos considerar un deseo, llegue a materializarse.
La esperanza viene del futuro de creer que voy a superar el dolor, de confiar en mis recursos, de hacerme más grande, para algunos supone ponerse en manos de una divinidad, pero no tiene por qué, algunos en el dolor o por la transformación de este dolor encuentran el sentido de la vida; pero esta transformación no es sencilla porque implica crecer, hacernos grandes en la adversidad. Lo que actualmente se conoce como resiliencia.
 
 
 
Por eso os voy a contar hoy una historia que habla de esto, de cómo lo desagradable, el dolor, está presente en nuestra vida pero si crecemos al valorar lo que seguimos teniendo a pesar de ese dolor. Nos hacemos más grandes y el sufrimiento quedará mucho más diluido en el gran recipiente de nuestra vida que tantas cosas contiene, además del dolor.
 
  




 
Cuenta la historia de un Maestro Hindú, que estaba muy cansado de escuchar las quejas de su aprendiz. Con intención de enseñarle algo, lo envió a buscar algo de sal. Cuando regresó, le pidió que tomara un poco de sal y la echara en un vaso de agua, para luego beberla.
- ¿Qué tal sabe? - preguntó el maestro-.
- ¡Muy desagradable! -respondió el aprendiz-.

El maestro, con una sonrisa en la cara, le pidió que lanzara la misma cantidad de sal al lago. Caminaron a un lago cercano, y el aprendiz arrojó la sal.

- Ahora bebe del lago. ¿A que sabe?
- Fresca -respondió el aprendiz después de tomar el agua-.
- ¿Te supo a sal?
- No, en absoluto.

Entonces, el maestro le dijo: "El dolor que hay en la vida, es pura sal. La cantidad de dolor siempre es la misma, pero el grado de amargura que probamos, depende del recipiente donde dejamos la pena. Así, cuando sientas dolor, lo único que debes hacer es agrandar tu sentido sobre las cosas. Pasa de ser un vaso de agua, a convertirte en un lago."
 
 

Elena de Miguel
Psicóloga y coach

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