lunes, 17 de febrero de 2014

¿Sabemos hacia dónde nos dirigimos?




Si miramos a nuestro alrededor parece que hay dos sentimientos que nos rodean: la desesperanza y la desmotivación. Desde estos estados es muy difícil decidirse a intentar algo y muchas veces ponemos la excusa de es que tal cómo están las cosas…qué voy a hacer yo.


Ciertamente hay parte de la situación actual que escapa a nuestro control pero nosotros siempre podemos hacer algo.



Cuando una persona no tiene sus necesidades básicas cubiertas es muy difícil  pensar en nada más, su vivencia diaria se dirige solamente a sobrevivir, sin esperanzas en el futuro. Desgraciadamente en esta situación se encuentra cada vez más gente a la que no le queda otra que recurrir a la ayuda comunitaria.


Pero si lo pensamos bien, la mayoría de nosotros, por suerte no estamos en esa situación. Sí tenemos esa seguridad mínima y aunque quizá a veces nuestro futuro sea incierto, en general tenemos esperanza.


¿Por qué no nos movemos entonces?


Pues muchas veces por miedo a ese entorno en el que nos encontramos sumergidos, a arriesgarnos o equivocarnos con la que está cayendo y otras veces también porque no sabemos dónde dirigirnos.


Lo primero por tanto, antes de ponerme en camino es tener una META, sin una meta somos como el marinero que está en medio del mar sin brújula. Con una brújula siempre sabremos cual es el Norte.

¿Y qué es imprescindible que tenga una meta?

 

-         Debe ser específica

-         Debe contener una acción

-         Realista

-  Debe ser medible, objetiva en la medida de lo posible

- Debe inscribirse en un periodo temporal

-  Debe suponer un desafío pero sin sobrepasar nuestros recursos

-         Debe ser motivante, debe gustarme



Por ejemplo una meta podría ser:

Incrementar un 10% las ventas de mi negocio en un plazo de 3 meses


Entonces debería analizar los parámetros anteriores:

¿Es algo específico? Parece que sí

¿Contiene una acción? Sí, lo que quiero es incrementar mis ventas

¿Es realista? Pues tengo esperanza en que así sea (aquí deberé establecer un plan de acción de cómo voy a lograr ese objetivo y ver si es realista)

¿Es medible? Sí un 10% más de lo que tengo ahora. Esto no es tan claro en todas las metas pero sí intentar que en la medida de lo posible sea objetivo para saber cuándo lo he conseguido.

¿Tengo un periodo temporal? Sí, 3 meses

¿Es para mí un desafío sin superar mis recursos? Sí (aquí debería analizar primero cuales son mis recursos tanto internos como externos y si no dispongo de ellos ajustar mi meta a ellos.)

¿Me motiva? Por supuesto



El hecho de tener una META a uno ya le da una guía de viaje, y en sí mismo resulta motivante y mejora nuestro nivel de bienestar. Nos permite aprender, crecer, comprometernos con algo y genera acción. Además nos va proporcionando feedback al analizar si nos estamos acercando a esa meta o por el contrario nos alejamos.



Así que ya sabes  antes de ponerte en marcha, ten claro el objetivo al que te diriges. Cuando lo tengas claro y hayas llevado a cabo este análisis que te propongo ya no hay más excusas es el momento de ir a por ella.



Elena de Miguel 
Psicóloga y coach

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