Hoy os contaré
una historia que escuché hace ya algún tiempo y estoy segura de que no os
dejará indiferentes, como a mí en su día no lo hizo:
Dos monjes que dedicaron toda su vida a servir a la comunidad hicieron una
vez 40 días de ayuno y penitencia.
Tras este duro periodo se les apareció un ángel y a los dos les dio el don
de conocer el día de su muerte.
El primer monje decidió prepararse para la muerte y tomó algunas tablas.
Con ellas construyó un ataúd y cargó con él a todos los sitios para que la
muerte no le pillara de improviso. Por la noche se metía en él y se enterraba
bajo tierra y así continuo hasta el día de su muerte.
El otro monje decidió aprovechar los días que le quedaban y considerando
que ya estaba preparado para vivir con los demás se fue a la ciudad. Reunió a
todos los suyos y les dijo “me queda poco de vida y quiero que disfrutemos
juntos”. Vivió junto a sus amigos y su
familia. Les hizo todo el bien que pudo y aunque estaba triste porque sabía que
iba a morir, se esforzaba en que tanto su vida como la de los demás fueran lo
más felices posible.
Finalmente llegó el día del juicio y ambos monjes subieron al cielo. El
ángel que les había revelado el día de su muerte, les recibió y les dijo: “se
os reveló el día de vuestra muerte porque habíais sido buenos y para que
aprovecharais los días que os quedaban disfrutando de vuestra vida. Por tanto a
partir de ahora seguiréis haciendo lo que más os ha gustado, es decir, lo que
habéis hecho estos días”.
Cuando uno lee
esta historia por primera vez se queda un rato pensando…
Muchos a los
que cuento esta historia se identifican con ese monje que decide cuidarse de
los peligros y pasa toda su vida previniendo “por si”….en este caso la muerte,
pero en otros casos puede ser una enfermedad, puede ser evitar mantener
relaciones de pareja por si les hacen daño, en definitiva dedican su vida a
luchar para que lo malo que les suceda no les pille desprevenidos.
Esta lucha que
se observa muy bien en esta historia tiene un resultado infructuoso, la muerte
llega igual para ambos y mientras uno a pesar de que sabía que el final
llegaría dedica aprovechar el tiempo que le queda, el otro decide evitar todo
peligro apartándose del mundo y de lo que más le gusta.
Imaginemos que
como en la historia llegara el final de nuestros días y el mismo ángel de esta
historia viniera a visitarnos y nos dijera que después de nuestra muerte vamos
a seguir haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora.
¿Estaríamos
satisfechos? ¿O habría algo que nos gustaría hacer o dedicar más tiempo?
Sin duda el
mensaje de esta historia es muy profundo. A veces la vida de una forma u otra
nos da este mismo mensaje, pero no le hacemos mucho caso.
Hoy mi
intención con esta historia es darte un toque, para que reflexiones, para
decirte que estás a tiempo, que todavía hay muchas cosas que puedes hacer a
pesar del dolor, a pesar del miedo y a pesar de que muchas cosas en la vida no
están bajo nuestro control.
Decirte hoy que
hagas como el segundo monje que hagas todo aquello que el día de mañana te haga
sentir satisfecho de la vida que viviste.
Elena de Miguel
Psicóloga y
coach
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