Hoy comparto con vosotros este hermoso texto sacado del libro "la felicidad de Alicia", del diálogo entre una anciana y su
nieta acerca de la felicidad.
“- Mira Alicia, la vida está
hecha de toda clase de momentos: habrá momentos que te harán sentir feliz y los
habrá que te harán sufrir. Este mundo te los proporciona sin que tú tengas que
hacer nada. Así que, ante todo, para empezar, todos aquellos en lo que nosotros
buscamos o provocamos el sufrimiento hay que erradicarlos de inmediato.
Luego están los que vienen
por sí solos, ¿a que sí? Mira, ya al nacer sufrimos ¿verdad? Bueno es ley de
vida y lo superamos…casi siempre, aunque dejen huella.
Son inevitables, que sé yo,
cosas del destino, de la fatalidad si quieres, que te atropelle un coche o que
se te queme el negocio, ¿me entiendes? Así que si son inevitables es que no
podemos hacer nada por evitarlos.
Entonces no te preocupes por
ellos, no gastes ni un céntimo de tu caudal de vida en ellos. Cuando vengan, si
vienen, ya les harás frente. Estarás preparada, seguro.
- Pero yo te estoy hablando
de otras cosas también. Por ejemplo, ¿me quedo con mi trabajo o me voy a la
imprenta? ¿Cómo puedo saber cuál es la mejor elección? ¿Y si me equivoco?
- En primer lugar, no sirve
de nada que pienses que te vas a equivocar, no es útil; lo que si es útil es
que te plantees qué deseas realmente. En segundo lugar, cuando tengas que tomar
una decisión procura hacerlo desde el equilibrio, y esto quiere decir que no te
dejes llevar por tus miedos, por el odio ni aún por las falsas expectativas -¡
oh, si hago esto seré feliz!- piensa sólo en lo que más te conviene. Y si con
todo, te equivocas, ¡ vuelve a empezar! ¡Vuelve a tu yo auténtico!
- Pero eso no es fácil,
abuela
- Es tan fácil como ser
feliz…
- ¿Lo ves? ¡Tú también
utilizas esa palabra!
- … cuando sabes dónde está
la felicidad
- ¿Y dónde está?
- ¿Para mí?
- ¿Para ti, para mí, para
todos…
- No no, yo no puedo hablar
por todos. Para mí la felicidad está en el equilibrio. Cuando vives en paz
contigo mismo y con el mundo, entonces estás abierto a percibir la felicidad, a
encontrarla en cualquier parte. Pero son sensaciones que sólo duran unos
instantes, imagina que corres unas cortinas para que entre la luz y te
encuentras con un paisaje magnífico, que aquel día el sol y las nubes dibujan
unas sombras tan especiales que quedas encantada; claro, pronto te acostumbras
a aquella imagen y deja de sorprenderte, ¡pero no debes dejar escapar aquel
momento!
…
- Pero, ¿qué es el equilibrio?
- Me lo pones difícil hija, ¿Cómo
describirías tú la ausencia de angustia, por ejemplo? ¿Cómo sería vivir sin
pena ni dolor, sin odio ni rencor? Imagina que decides amarte y aceptarte tal
como eres, que estás convencida de que hoy y mañana y el día siguiente harás lo
que tengas que hacer, estés donde estés, para estar tranquila contigo misma, en
paz con el mundo, y que pase lo que pase, aunque sea lo peor, reaccionarás según
tu conciencia, porque de ella has apartado la ira, el odio, la envidia, la
soberbia, la codicia… Imagina que no esperas nada y que estás abierta a todo. Imagina
que no tienes miedo a la muerte, porque sabes que sólo es el fin de tus
vacaciones en este mundo y que, más allá, te encontrarás a ti. Imagina que
tienes todas las posibilidades de vivir la vida que quieres vivir en el momento
que descubras cuál es, y que esa vida será plenamente satisfactoria…
- Escucho tus palabras
abuela, y las entiendo, de verdad, pero si ahora mismo me propusiera alcanzar
ese equilibrio no sabría cómo empezar.
- Mira, en la imprenta
teníamos un corrector tipográfico, Fernando se llama, se dedica ahora a
escribir. Había vivido en un circo y aprendió el oficio de funámbulo, esa gente
que anda sobre las cuerdas; lo curioso es que él decía que el equilibrio no
consistía en estarse quieto, que eso es imposible cuando estás encima de una
cuerda a diez metros de altura. Él aprendió con una línea recta dibujada en el
suelo con tiza; tenía que pisarla y recorrerla, sin salirse y caer.
Empieza así poco a poco,
despójate de todo lo que te resulte incómodo, las urgencias, las prisas, los
miedos, todo eso que te impide andar en la dirección elegida y al paso que te
has marcado. Trázate una línea imaginaria y decide no salirte de ella, pase lo
que pase; no tomes decisiones movida por el odio, deseo de venganza, ni lo
hagas por temor. Claro que te encontrarás con momentos difíciles y estarás a
punto de caer, porque alguien te la jugará y te sentirás tentada a soltar tu
rabia, porque soplará un viento que no te será propicio o, simplemente, porque
te cansarás, muévete entonces, conserva el equilibrio y esquiva esos
sentimientos. Hazlo al principio pegada al suelo, sin riesgos, si quieres. Y tómate
tu tiempo, no admitas prisas ni presiones, asegúrate de que nada que no sea un
pensamiento justo influye en tu decisión.”
La felicidad de Alicia- Juan Salvador Vergés
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