Hoy no puedo otra cosa que
cabrearme contra el sistema y con la situación que vivimos. Por todas las
injusticias a las que estamos sometidos.
Nos llaman generación pérdida,
generación “ni ni” porque lo hemos tenido muy “fácil”. Hemos recibido la
educación adecuada, hemos tenido todo lo que queríamos juguetes, unos padres
que nos han tratado en condiciones (la mayoría), en fin todas nuestras
necesidades cubiertas y se nos critica que cómo vamos a luchar por algo si lo
hemos tenido todo en la vida.
Sin embargo cada día nos
hacen luchar más que nunca en la historia por demostrar lo que valemos. Con una
preparación mucho mejor de la que nunca nadie ha tenido jamás, máster, carrera,
cursos de todo tipo no podemos acceder a un trabajo que sea cuanto menos digno.
Ahora, después de formarnos, se ríen de nosotros y dicen que nos vamos fuera
por no luchar por levantar este país. Cómo se viene diciendo últimamente, no
nos vamos nos echan; pero bueno este es un tema que quizá ya se ha hablado
suficiente.
Hoy quería hablar de otra
cosa, de la que a mí me toca y por lo que estoy cabreada. Cuando comienzas a
estudiar psicología sabes dónde te metes, en aquellos tiempos sabías que estaba
complicado y aunque confiábamos en que en un futuro la situación mejorase no ha
hecho más que empeorar. Aunque ahora la gente se suicide, haya aumentado la
venta de psicofármacos y la depresión y desesperación esté a la orden del día
la figura del psicólogo es la primera de la que se prescinde si se tiene ocasión.
Los servicios sociales se han visto casi eliminados de cuajo durante estos últimos
años.
Hoy escribo desde mi
indignación de quien estudia unas duras oposiciones de psicólogo interno
residente (dónde obviamente también sabes dónde te metes) y cuando salen las
119 plazas que había para este año y ves que te toca competir con 40 personas
no sabes si reír o llorar. ¿Es esta cifra justa cuando se compara con 6389 de
medicina o las 963 de enfermería? A mí me parece que no, y a cualquiera que se
lo cuentas parece que tampoco, sin embargo nadie habla de esto, de lo que tiene
que luchar un psicólogo para llegar a ser clínico y para que al final después
de todo ese esfuerzo encima no se valore su trabajo.
Así que ya sabéis, si alguna
vez os encontráis con esa “rara especie” que os dice que ha sacado plaza en el
PIR, mirarles con otros ojos, porque sin duda a ellos les ha costado mucho
llegar hasta allí.
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