Cuantas veces nos
hemos repetido mentalmente esta frase, como un mantra, intentando creer que es
verdad que “yo controlo”. Sin embargo la experiencia nos pone los pies en la
tierra: No tenemos el control de todo.
Frecuentemente hay cosas que se nos escapan, frente a las cuales no somos
expertos y ante las que no queda otra, que pedir ayuda.
¡Cuánto nos cuesta dar este paso!
Debemos confiar en
el otro y por qué no, ser humildes para aceptar que yo, no soy capaz.
Humildad, bendita
virtud infravalorada en una sociedad que nos enseña a sobrepasar al otro, a admirar
a los que son aplaudidos y a los que tienen poder. Olvidamos que seguramente ellos en muchos momentos de su vida también
tuvieron que pedir ayuda.
El problema de esta
frase no está en el “Yo puedo” porque es importante sentirme seguro para
emprender metas; si tengo miedo, si me siento inseguro probablemente me
quedaría en el sitio, no me movería. La falta de control en nuestra vida causa
estragos y en grandes cantidades nos puede llevar a depresión o ansiedad.
El problema está en
el TODO. Las generalizaciones
normalmente suelen estar equivocadas. Nuestra vida es tan amplia que
indudablemente habrá cosas que escapen a nuestro control. La incertidumbre forma parte de nuestra existencia. La
incertidumbre frecuentemente conlleva emociones negativas, pero estas emociones
debemos aceptarlas como parte de nuestra vida. Como se suele decir la noche
implica que habrá día y la luz conlleva sombras. Para vivir una experiencia
plena es necesario aceptar ambas.
Por ello si alguna
vez te encuentras repitiendo estas palabras en tu mente te recomiendo que
pares, que eches un vistazo a tu vida y analices si quizá estás arrastrando
cosas que se te escapan, que no vas a poder abordar y sea el momento de pedir
ayuda o de soltar algo. Seguro que la próxima vez que alguien te pida ayuda
sabrás valorar el importante paso que supone el darse cuenta de que
“yo no soy capaz”
Elena de Miguel
Psicóloga y coach
No hay comentarios:
Publicar un comentario